lunes, 2 de febrero de 2015

Santiago Paria
















Santiago Mediastintas salió de la facultad algo ofuscado. Había tenido un cruce de palabras sin consecuencias con el profesor de un curso, el cual había defendido la teoría primatológica de manera cuasi eufórica. Dentro de la discusión, Santiago dejó de tomar atención a lo que el viejo expresaba, sólo atinó a pensar en lo asqueroso que resultan los fanáticos y lo deplorable que hacen el mundo cada vez más. Sin embargo, Santiago reniegodetodo sabía que en el fondo, no odiaba al tipo, ni a su barata teoría (o lo que defendía gratuitamente), Santiago cejitas se sentía cada segundo más paria que nunca. La vida caía y subcaía en un eterno letargo sinsentido para él. Vivir ya había perdido la adrenalina.

¿Ir a la facultad? (Ya no tengo ganas)
¿Para qué? (Ni yo mismo lo sé, sólo voy por inercia)
¿Leer fragmentos fotocopiados de libros escritos hace cien años? (Tengo que justificar el salir de casa, así como las propinas ¿no?)
¿Seguir escuchando profesores desfasados, apolillados y con olor a naftalina? (Es el precio de la educación pública, compadre)
¿Por qué estudiar Antropología? (No lo entiendo. Estoy convencido de que somos creación de unos extraterrestres extravagantes).
Clarinada de alerta: Depresión a la vista.

Santiago pastelito, caminó sin rumbo fijo. De pequeño pensó que el mundo era su casa, pero cual Jim Morrison, al ir por plazas y avenidas sentía que la gente era extraña cada segundo más. Cada persona es un universo. Y los universos son inconmensurablemente recónditos. Tras pensar en la palabra inconmensurable, lo extensa y tajante que suena Santiago Ultrabebo suspiró el último cigarrillo que le quedaba, dobló la esquina y pensó en que la gente era muy feliz. De la mano, en tríos, en grupos bulliciosos o simplemente solos (los orates), las personas caminan felices, aplauden al estallar en risas chillonas, y sus miradas hasta parecen decir… “El mundo como posibilidad. Anímate a vivirlo”. No. Gracias, pero no. Paso.

Santiaguito El Simplón, a sus 19 años se sentía fuera de lugar en cualquier lugar. Intentó pasar por muchas tribus, pero se dio cuenta que no hallaba lugar en ninguna.

¿Los Boy Scouts? (Viejonazos con pantalones cortos y medio maricas)
¿La Academia de Fútbol? (Soy muy chato, y siempre me mandaban a tapar. Cada partido me encajaba dos goles de sombrero mínimo)
¿Escultura en frío? (Soy alérgico a muchas cosas. Con mucha más razón si son criticas a mi obra “manual”)
¿La parroquia? (Mi relación con Dios es directa. Lo siento, no admito intermediarios)
¿La guitarra? (Hendrix, Santana y Pete Townshend son asquerosamente genios, solo puedo tararear melodías mientras finjo barrer mi cuarto)
¿Los AnarcoPunks? (Todo muy bonito, pero la propiedad nunca será comunal. Además no aguanto no bañarme un día siquiera)
Segunda llamada: Se comunica a los pasajeros del Expreso Descontento que….

Santiago Elermitaño cavilaba. Se sentó sobre las gradas de un viejo edificio del Malecón de Miraflores. Los viejos paseaban perros. Los perros paseaban viejos. Los niños jugaban a ser hombres. Los hombres anhelaban ser niños otra vez. Miró el atardecer morir. ¿Alguna vez dejará de salir el sol? ¿Existe el lado oscuro de la luna? ¿Veré alguna vez a la selección peruana en un Mundial de fútbol? ¿Alguna vez me sentiré realmente feliz? Es más… ¿La felicidad existe? Seguro. Hasta puede verla. Es como si saliera corriendo y se tirara de lleno sobre el apacible río que lo espera y acogerá sin preguntas ni reproches. Dejar todo atrás. Sin importar nada ni nadie. Dios cuestiona menos y perdona. Es su trabajo ¿no?


El muchacho despertó violentamente de su ensoñación en medio de la clase, como si hubiera hecho caída libre por un tubo directo al salón de clase:

- Santiago Renato Pérez Plata, luego de leer a Fisher y a Jones y en base a la relectura de “Rebelión en la Granja” de George Orwell ¿Qué piensa acerca de la teoría primatológica?
- Estoy completamente de acuerdo con todo profesor.

Santiaguito Paria bajó la cabeza y pensó, sólo pensó que en definitiva no podría ser feliz, y que el hombre está en una escala menor que el mono. Bajó la cabeza y siguió dibujando en su cuaderno.




Nota del editor:

Con motivo de apoyar al talento peruano, incluyo en esta entrada un dibujo realizado por Paria, nuestro joven colaborador limeño (el cual tambien se animó a apoyar al diseño primigenio asi como el dibujo principal de este humilde pero honrado blog) Palmas para él.

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