viernes, 28 de octubre de 2016

Hèroes Anònimos


El cercado del Callao, mezcla de antigüedad, nostalgia y picardía nos da la bienvenida en una de las primeras tardes frías de este otoño que ya se va. Siguiendo por la calle Teatro, frente al remodelado Teatro Municipal del Callao, en una de esas callecitas donde se gesta la lucha entre lo antiguo y lo moderno se encuentra la Compañía de Bomberos “Salvadora Nº 9. Desde pequeños en nuestro inconsciente tenemos que los bomberos son las personas que tienen una ilimitada capacidad de compromiso y valentía, la cual demuestran arriesgando sus vidas de manera voluntaria. Por ello, si buscásemos héroes anónimos, que duda cabe de que a muchos de ellos los encontraríamos vinculados a esos uniformes rojos, las mangueras, la veloz bomba o el ulular de las sirenas. 

“No sé como explicártelo, creo que es difícil describirlo, muy aparte de la adrenalina al salir a emergencias que es inmensa, está el saber que tienes la capacidad de ayudar a alguien que de repente jamás vuelvas a ver en tu vida pero que en ese momento fuiste la persona que lo hizo sentir protegido. Pero muy aparte de eso, el ser bombero para mi es muy especial, gracias a eso conocí personas maravillosas que hasta la fecha me acompañan. En realidad el ser bombero es una parte de mí que me acompañará por siempre”. Estas son las palabras de Delia Solari Martínez, mujer, 26 años, casada, chalaca de nacimiento y algo mas… es bombero voluntario desde los 16 años. “Cuando tenía 16 años, nos mudamos a vivir con mi abuela al frente del teatro Municipal del Callao, que queda al frente de la compañía de bomberos a la cual pertenezco, entonces me llamaba la atención el ver a los bomberos y encima que habían mujeres, mis primos vivían a la vuelta de nuestra casa, entonces cada vez que salíamos juntos pasábamos por ahí y nos quedábamos viendo a los bomberos. El esposo de mi tía es bombero también así que eso nos hacia sentir mas curiosidad así que un día decidimos postular, fui con dos primos y nos inscribimos”.

La actividad bomberil se remonta a los albores de la humanidad. La historia nos muestra que los egipcios y romanos fueron los primeros en formar grupos de ciudadanos que se dedicaban a controlar siniestros con métodos relativamente eficaces. En el caso de Roma, Augusto Cesar formó un escuadrón de 600 esclavos llamados “vigiles”, los cuales se convertirían en el primer cuerpo de bomberos en la historia. Habiendo cruzado el charco, 1860 sería el año en cual se fundaría la primera compañía de bomberos (como tal) en el Perú, siendo esta la “Compañía de Bomberos de Paita”, al norte del país. En Lima la primera compañía en ser organizada sería la Compañía de Bomberos “Unión Chalaca”. Dado este importante precedente, en todo Lima y el interior del país comenzaron a crearse más compañías de bomberos voluntarios con el objetivo de paliar la necesidad de control de siniestros en las diferentes comunidades del país. Hay un dicho al interior del Cuerpo General de Bomberos que reza así: “Callao, cuna bomberil”. Y no es para menos. Además de haber albergado a las primeras compañías de bomberos voluntarios (muchas de las cuales perviven hasta el día de hoy), el primer puerto y sus nacientes compañías fueron testigos de dos hechos que marcaron su existencia como una organización de servicio a la comunidad en general: El Combate del Dos de mayo de 1866 y la ocupación de Lima durante la Guerra del Pacífico en 1879. En la primera, formaron parte de la defensa del primer puerto frente a la escuadra española y en la segunda fueron parte del socorro médico a los valientes hombres que defendieron la ciudad donde vivían. 

 Para el caso de la Salvadora Callao Nº 9, su creación data del año 1873, teniendo entre sus fundadores al Dr. Santiago Távara, médico cirujano del Monitor “Huáscar” , uno de los pocos sobrevivientes del Combate de Angamos; asimismo a Alejandro Deustua, destacado hombre de letras y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Tras pasar, observamos la gran cochera que alberga dos unidades de emergencia. El techo es un poco más alto de lo acostumbrado y el eco emitido por la radio de la pequeña central de emergencias lo es aún más. Sentado sobre el piso escucho atentamente a Delia, que se dispone a asear un poco el lugar. “El voluntariado es para personas que realmente sienten que pueden y quieren dedicar tiempo a ayudar a los demás, es saber dar sin esperar nada a cambio porque en esta profesión no recibimos mas que las gracias de las personas que ayudamos. La gente nos observa bien, aunque algunos están mal acostumbrados porque no se dan cuenta que nosotros somos voluntarios y nos exigen a veces sin saber el sacrificio que hacemos para estar ahí”. Sus palabras suenan a verdades. De esas que escuchas, comprendes y aceptas sin chistar. Y es que Delia de un momento a otro se vuelve en la portavoz de todos los bomberos. Deja la escoba y regresa con un trapo en la mano para poder sacudir un poco el polvo acumulado en las unidades.

 “Por ejemplo recuerdo que un día de semana (que es donde generalmente hay menos gente en las compañías de bomberos) nos mandaron a una emergencia por Ancash que es una zona peligrosa y encima pobre, porque no hay ni hidrantes (que necesitamos para abastecer nuestras maquinas mientras trabajamos en emergencia) la gente nos gritaba porque nos habíamos demorado y se nos querían ir encima. Ese día sólo estaba el chofer y tuvo que hacer sonar la muda (que es como una alarma que indica que se necesitan bomberos para ir a una emergencia) y esperar a que llegáramos para poder ir a atender la emergencia”. De pronto suena una alarma, pero es la de su celular. Disculpándose se retira unos momentos a contestar la llamada. Durante esos momentos, trato de dar una rápida vista panorámica al lugar. Trato de imaginar como puede ser el día a día de un voluntario en esta o cualquier otra compañía del país. Personas de carne y hueso que se dedican a poner a salvo a sus semejantes, acomodándose a las condiciones del contexto sin vacilar, perdiendo horas con su familia para cubrir guardia. Simplemente tienen un temple a prueba de balas. Logré escabullirme al segundo piso donde tienen una sala de ceremonias. Las paredes un poco gastadas albergan algunos cuadros de antiguos comandantes de la compañía. Rostros adustos y solemnes por doquier. De pronto, con el rabillo del ojo veo una sombra. Me doy cara a cara con otro miembro. Nos saludamos, le explico del porqué de mi presencia esa tarde. Se despide muy amablemente. Recién llega a la guardia. De regreso a la cochera, la interrogo. Luego de escucharme cambia un poco el gesto y pierde la mirada entre los casilleros, para finalmente desviarla al vacío. “La verdad no estoy segura cómo acepté la vocación de bombero, creo que primero fue por la curiosidad de saber como es la vida bomberil y luego mientras estaba ahí me di cuenta que me sentía bien haciendo esa labor, ayudando a los demás. ¿Cómo una persona que se jacte de serlo puede mantener la cabeza fría ante situaciones extremas? ¿Es un aprendizaje? Es parte de la inteligencia emocional. Los Voluntarios no entran siendo los mejores en este aspecto. Tampoco les proporcionan un manual sobre el tema cuando ingresan a ser parte de la Compañía. Todo se aprende en la cancha. Con temple. Con cabeza fría: “A veces es difícil, por ejemplo hubo una vez que fuimos a una emergencia médica y era una señora joven de unos 45 años que ya había fallecido cuando llegamos, y su familia lloraba desconsoladamente. Había personas de todas las edades, pero más pena me dio el esposo porque lloraba en silencio. Siempre trato de que no interfieran mis emociones, generalmente en estos casos me vuelvo fría y trato de poner mi mente en blanco durante la atención. Luego cuando todo termina, recién puedo pensar en lo que debe estar sintiendo o pasando esa familia”. 

 La noche está al caer en el primer puerto. Un leve olor a mar brava inunda el olfato. “Cuando salgas de aquí, mejor ándate por Dos de Mayo, porque si vas por Buenos Aires puede que salgas perdiendo. Además aquí se camina con la boca cerrada”. Sonrío como diciéndole que esto aún no ha terminado. La labor de un bombero tampoco termina. Ya que el peligro acecha a cada momento y donde menos los esperas. “No lo he pensado mucho, es cierto que un bombero esta expuesto a muchos peligros pero creo que si trabajas bien y confías en la gente con la que trabajas durante una emergencia, estos riesgos se minimizan. Pero es obvio que una persona que tenga un trabajo de riesgo, siempre va a tener el peligro rondando, pero igual creo que se puede evitar cuando se trabaja bien y en equipo. Sabias palabras de una mujer que lleva “años en el negocio”. Estoy a punto de despedirme cuando…. Suena la sirena. Se despide al vuelo poniéndose las botas en el camino, entre el ulular de la sirena. “Ya sabes, sales por Dos de Mayo ah”. Claro, si un bombero me lo dice ¿Cómo no hacerle caso?